«Amo a Gala más que a mi padre, más que a mi madre, más que a Picasso y más incluso que al dinero»

Salvador Dalí

‍El artista llamó a su amada la “Diosa Victoriosa”, “Elena de Troya”, “Santa Elena”, “mi Gala Galatea Serena”. Gala y Dalí estuvieron juntos durante 53 años. Tras la muerte de Gala en 1982, Dalí perdió el sentido de la vida, se consideró abandonado. Dejó de crear, perdió el apetito, se volvió agresivo y, a menudo, a quienes lo rodeaban les parecía que el genio simplemente se había vuelto loco.‍

‍El 13 de julio a las 18 horas os invitamos a participar en la conferencia en línea “Gala y Dalí: un gran comienzo”, que se llevará a cabo dentro del ciclo de conferencias “La historia de un amor”. La autora y presentadora Anna Silyunas es crítica de teatro, historiadora de arte y directora de la fundación cultural “Casa de Rusia en Barcelona”.‍

‍Gala y Dalí se conocieron en 1929 en Cadaqués. Ella tenía 35 años, él 25. Dalí acababa de llegar de París, donde, junto al director Luis Buñuel, terminó el montaje de la película “Un perro andaluz”, e invitó a su casa a dos parejas bohemias: al artista René Magritte y al poeta Paul Éluard, con sus esposas. La mujer de Paul Éluard se llamaba Gala, una mujer de origen ruso, que a la edad de 17 años se trasladó de Moscú a Suiza.‍

‍Su amor comenzó instantáneamente, poniendo patas arriba el mundo de Salvador. Se enamoró por primera vez en su vida. Tomando la decisión de dejar a Éluard para relacionar su destino con un joven artista catalán, Gala no podía imaginar que en el futuro este matrimonio les llevaría a ambos fama mundial.‍

‍En su libro “Los 50 secretos mágicos para pintar”, Dalí escribió que “todo buen pintor que aspire a crear auténticas obras de arte, antes de nada debe casarse con mi esposa. Cualquier hombre puede tener una esposa, pero solamente es Gala la que cura su espíritu, la que vive continuamente como una esposa... la que hace algo cuando no hace nada”.‍

‍Juntos, paso a paso, construían su camino a la gloria: Dalí, mejorando su talento como artista; Gala, trabajando constantemente para garantizar que el nombre de su esposo se convirtiera en una auténtica leyenda. Dalí pagó a su amada Gala Galatea con la misma moneda, perpetuando su imagen.‍

‍En 1969 Dalí regaló a Gala un auténtico castillo medieval en un pequeño pueblo de la provincia catalana de Girona, donde personalmente pintó y decoró las paredes. Gala dijo que aceptaría este generoso regalo con tan solo una condición: Dalí no podía aparecer en el castillo sin su permiso entregado por escrito. El artista quedó completamente encantado con tal respuesta de su amada, y así Gala se convirtió en la reina de su fortaleza inexpugnable.‍

‍El famoso director Luis Buñuel, amigo de Dalí, escribió: “Gala era la única mujer a la que realmente amó. Seducía a otras mujeres, especialmente a multimillonarias estadounidenses. Pero solo las desvestía, hervía huevos duros para ponerlos sobre sus hombros y, sin decir una palabra más, las enviaba a sus casas”.‍

‍Hablaremos sobre la vida y el amor de la pareja más extraordinaria del siglo XX durante nuestra próxima conferencia.