Su primer encuentro fue como un inicio de la película en blanco y negro. La estrella y actriz de culto del cine mundial y autor de la novela más famosa sobre la guerra, “Sin novedad en el frente”, se conocieron en 1937 en el restaurante veneciano “Lido”. Marlene Dietrich estaba cenando con su amante, el director Josef von Sternberg, quien la hizo famosa, cuando Erich Maria Remarque se acercó a su mesa. “Pareces demasiado joven para escribir una de las mejores novelas de nuestro tiempo”, le dijo Marlene. “Tal vez solo lo escribí para escuchar como su voz mágica pronuncia esas palabras”, respondió Erich. Sternberg en este momento se retiró delicadamente.

El 30 de marzo a las 18 horas os invitamos a la conferencia en línea “Marlene Dietrich y Erich Maria Remarque: solo se vive una vez”, que se llevará a cabo dentro del ciclo de conferencias “La historia de un amor”. La autora y presentadora Anna Silyunas es crítica de teatro, historiadora de arte y directora de la fundación cultural “CdR en Barcelona”.

Marlene y Erich se conocieron un par de años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Partido Nazi ya tenía el control total en Alemania. Rechazando públicamente el nazismo, durante mucho tiempo se vieron obligados a “vagar” y vivir en diferentes continentes: él en Europa, ella en América del Norte. Sus encuentros iban acompañados de largas separaciones, durante las cuales se mantenían en contacto por correspondencia. Remarque amaba desesperada y frenéticamente, sus cartas la conjuraban: “¡Ámame! ¡Quiéreme!”. “... Y si con tanta desesperación clamo a ti... - quién me devolvería la dicha de clamar para que se cumpla mil veces lo que quiero... pues sólo en ti está el cumplimiento de todos los deseos, amada Fata Morgana del Señor”.

Marlene ha roto muchos corazones y necesitaba una atención constante no solo de Remarque. Él era una parte integral de su vida, un miembro de la familia, pero no era el único hombre. El escritor llamó a su pasión un puma, admirando su gracia felina, pero se dio cuenta bastante tarde de que las garras de este animal dejan heridas incurables.

La hija de Marlene Dietrich escribió en sus memorias. “... todos los hombres que estaban con ella le pedían matrimonio. Hubo mucho amor en su vida, pero cuando vi cómo rompía las relaciones con sus amantes con un simple chasquido de dedos, me sentí mal, realmente simpaticé con ellos”.

En marzo de 1939, Remarque decidió mudarse a Estados Unidos con su amada. Cerrando los ojos ante las numerosas infidelidades de la actriz, encontró consuelo en el trabajo y el alcohol. Estaba atormentado por la depresión. En aquella época Remarque comenzó a escribirle cartas en nombre del ficticio sobrino Alfred, de ocho años, recordando la ternura y la pasión de los primeros meses de su relación. Marlene se sentía conmovida por esto, se descongelaba, pero no por mucho tiempo.

La pareja se separó en 1940. Remarque falleció el 25 de septiembre de 1970. Tras su muerte, la viuda del escritor, la actriz Paulette Goddard, destruyó casi todas las cartas escritas por Dietrich a Remarque. Una de las pocas cartas sobrevivientes fue enviada una semana antes de su muerte: “Querido Alfred, te envío todo mi corazón”, decía.